jueves, 18 de febrero de 2010

TRASTORNOS ALIMENTARIOS: Relatos de los alumnos de PORTUGAL

1º RELATO
¡Por fin, libre!

Clara tenía 17 años. Era una chica alta y delgada. Tenía el pelo corto, rizado y rubio y era guapísima. Era la chica más popular de su instituto. Les gustaba mucho a sus profesores. Era una chica muy comunicativa, inteligente, divertida. En sus tiempos libres le gustaba siempre ir de compras con sus amigas y su novio Pablo. A los fines de semana iba siempre de copas con sus amigos. Era conocida en todas las discotecas de su región por su imagen tan extravagante y por la forma como bailaba. Les daba envidia alas demás chicas.
Pero había algo que ella escondía de toda la gente. Nadie sabía que tenía un terrible secreto. Nadie reparaba en su alimentación. Ni sus amigas. Solo se preocupaban en estar con ella para tener algún status social. En casa, como sus padres casi no estaban, tampoco se preocupaban en saber qué pasaba con su hija.
Clara, para ocupar el hueco que tenia, porque sus padres no le daban atención y sabía que no tenía amigos de verdad y su novio ni siempre quería estar con ella, pasaba el día todo comiendo. Iba a la nevera y comía todo tipo de bollos o dulces, bebía todos los zumos... Todo lo que encontraba lo comía y cuanto más comía, más hambre tenía. E vacío parecía nunca llenarse. Pero cuando acababa de comer, devolvía todo lo que había comido. Esta era su rutina diaria. Pero nadie se daba cuenta.
Hasta el día, que la encontraron desfallecida en su cuarto de baño. Ese día ella no había bajado a la cocina, como siempre lo hacía y su empleado lo encontró algo raro. Ya estaba un poco atrasada para las clases. Decidió subir a su habitación pero no la encontró. Luego fue al cuarto de baño y la vio. Llamó a una ambulancia y a los padres de Clara. Sin embargo no le atendieron el teléfono. Parecía que nadie se interesaba por Clara.
Clara llegó rápido al hospital. Los médicos le dieron suplementos vitamínicos porque ella se encontraba muy débil. Quedó así dormida todo el día. Le hicieron análisis al sangre y a la hurina. La mañana siguiente despertó un poco mareada y no sabía como había ido para allá. Preguntó por sus padres, por sus amigos y por su novio al médico. Pero nadie había llamado al hospital. Empezó a llorar y no conseguía parar. El vacío que tenía estaba aún más grande y profundo. Se dio cuenta de que nadie se preocupaba por ella. Estaba sola en el mundo.
La enfermera fue a su habitación y le dio algo para calmarse. Los médicos no se creían. ¿Cómo era posible que nadie se preocupara por ella? Entonces llamaron al empleado para que fuera al hospital ya que sus amigos, familia o novio no iban ahí. Para que alguien la apoyase cuando los médicos le diesen los resultados de los análisis. Es que su enfermedad se encontraba ya en un estado muy avanzado.
Su empleado aceptó ya que ahora toda la gente la había abandonado cuando ella más necesitaba.
Al día siguiente, por la mañana, los médicos fueron a su habitación con el empleado y le contaron, con mucha calma, ya que la pobre estaba muy débil. Entonces le dijeron que sufría de bulimia y que ya estaba en un estado muy avanzado. Clara empezó luego a llorar y se abrazó al empleado. El mundo para sí se había desmoronado. Se encontraba sola. Toda la gente la había abandonado y no querían saber de ella. Y no sabía porque sus padres eran así tan fríos. Solo les importaba su trabajo. Ya no tenía más por qué continuar viviendo.
Después de esto vino una depresión que empeoró su situación quedándose aún más débil. Lloraba todos los días. Los médicos no sabían que hacer. La situación estaba muy mala. Como toda la gente que tiene este tipo de enfermedad no se quería creer que la tenía. Se recusaba a aceptarlo.
Una noche, despertándose de una pesadilla, dijo a si misma que estaba harta de todo esto, que tal y como estaba no podría continuar. Y decidió acabar con su vida. No quería saber del tratamiento. No quería saber de nada. Su vida no tenía más sentido. La encontraron muerta, por la mañana. Por increíble que parezca su cara tenía un expresión de felicidad porque ahora su alma ya se había libertado de todo el sufrimiento.
Esta es la historia de Clara Santiago.


2º RELATO

Todo tiene solución

María es una chica normal. Estudia en el instituto y tiene muchos amigos. Le gustan mucho sus dos mejores amigas. ¡Son inseparables!
María no es gorda pero tampoco es delgada como sus amigas y eso influya en su seguridad. Ella comenzaba a dudar de sí misma y así se vuelve tímida.
Un día, asistió a un programa en la tele sobre anorexia y bulimia y su cabeza se llenó de pensamientos sobre nuevas posibilidades de adelgazamiento. Empezó por dejar de comer cosas perjudiciales para la salud, como frituras y dulces. También intentó dejar de comer completamente pero no lo consiguió. Así intentó devolver toda la comida que comía. Este nuevo plan para María era mucho más fácil. Podía comer todo y devolver después y así no engordaba, aún que, al principio, vomitar era difícil. Tenía ahora ese problema: como vomitar sin grandes problemas... Decidió hacer una búsqueda en la Internet. Ahí encontró muchas soluciones. Tantas que quedó sorprendida.
Ahora la vida de María es completamente diferente: es muy delgada, no es segura de sí misma y se apartó de sus amigos, porque no quiere hablar con nadie. Vive para su enfermedad... Pero la historia de María no acaba así.
María se cansó de no vivir y como nadie sabía de su enfermedad tuvo que ayudarse a sí misma. ¡Tuvo mucha suerte! Ganó alguna confianza. Se hizo una persona divertida y poco a poco volvió a comer normalmente. No fue fácil ni tampoco un proceso rápido pero se curó.
Su vida ha vuelto a la normalidad: reconquistó a sus amigos y es una persona feliz!


3º RELATO


Los disturbios alimentares en la vida de María

María tiene diecinueve años. Hace tres años que sufre de anorexia y bulimia. A los quince años comenzó a vomitar e ingerir laxantes y diuréticos sin parar. Nadie nunca se dio cuenta pues estaban todos demasiado ocupados con sus vidas para ver que algo grave se pasaba con ella. Fue a diversos médicos que le dijeron que tenía gastritis. Comenzó un tratamiento que no resultó hasta que estuvo internada durante dos semanas en el hospital porque nadie conseguía descubrir lo que había de errado con ella. Hizo varios exámenes médicos y el diagnóstico continuó a ser lo mismo. Fue evaluada por la Psicóloga del Hospital que dijo que no era una enfermedad psicológica. Fue a unos 20 médicos hasta que su médico actual le diagnosticó la anorexia. María no inducía los vómitos, pero como se sentía tan culpada por comer, acababa vomitando sin darse cuenta de lo que realmente se estaba pasando. No soportaba comer. Llegó a quedar tres días sin comer. Solo comía una gelatina. Su estómago le dolía mucho. Incluso llegó a vomitar sangre varias veces para estar segura de que no tenía nada en su estómago. Le duelen mucho sus huesos y la cabeza, todo a causa de la anorexia. Empezó ya a hacer terapia 2 veces por semana y pesa 51 Kg., lo normal para sus 1,62m, pero ya llegó a pesar 39 kg. Ahora María dice que tiene fuerza física suficiente para combatir la bulimia, a pesar de vomitar ocasionalmente. Todavía no acredita realmente que pueda curarse. Ella piensa que se morir nadie se va a importar, pues se siente sola y abandonada. Come diversos chocolates al día como si esta fuera la única manera de tener algo “dulce” en su vida. Y solo se siente peor con eso. Pero alguna cosa en su íntimo no le dejó desistir de la vida hasta hoy. Decidió que va a curarse y quedar buena de una vez por todas.





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