miércoles, 17 de febrero de 2010

TRASTORNOS ALIMENTARIOS: Relatos de los alumnos de ESPAÑA

1º RELATO

Mi amigo el gordito:

"Tengo un amigo un poco especial, llamado por todos "Fran, el grandullón". Fran tiene 16 años, está bastante gordo (una de las razones de ese mote) y demuestra una personalidad bastante inmadura, ya que es un gruñón, que todo lo arregla con la violencia (he aquí la otra razón del apodo). Fran realmente no puede presumir de muchos amigos, me atrevería a decir que solo me tiene a mí y a otro más, a quien veo más bien como un "seguidor" que como un amigo. Pero a ver, ¿quién querría ser amigo de una persona maleducada, dominante y violenta? Fran consigue todo lo que quiere imponiéndolo. Por eso no tiene más amigos, porque la mayoría le tiene miedo. Nadie se atreve a hablar con él por no molestarlo, nunca nadie intenta ser amable con él, y lo más importante, nunca nadie se ha preguntado por qué es así.

Conozco a Fran desde que tenía 6 años y obviamente, no ha sido siempre como ahora. Recuerdo muy bien cuando empezó a ser de esta manera:

Al empezar sexto, cuando teníamos 11 años, en la 3ª clase de educación física, el profesor nos puso a hacer un circuito. Fran fue el primero y no olvidará ese momento jamás.

La primera prueba era saltar por el potro y Fran se cayó. Luego había que saltar unas vallas y tropezó.

Después tenía que mover los aros con las caderas y no podía porque estaban muy ajustados a su cuerpo.

Fran no acabó la carrera, ya que todo el mundo se estaba riendo y él se fue al servicio a llorar desconsoladamente.

Desde entonces, Fran no fue ya el mismo. De hecho, el Fran de ahora no es él, es una máscara. Fran tiene complejos, muchos, sobre su peso. Tiene miedo a volver a hacer el ridículo, a que le rechacen por ser gordo. Gordo. Palabra que Fran necesitaría borrar de su diccionario para ser plenamente feliz.

Y yo me pregunto: ¿Por qué somos así? ¿Por qué se rieron esos niños del mal ajeno? ¿Por qué miramos a Fran como si fuera un bicho raro? ¿Por qué tenemos la maldad de hacer chistes de él? ¿Por qué se le puso ese mote? ¿Por qué nadie se pregunta por qué Fran es así?

Fran aparenta ser fuerte, pero es muy sensible, parece que él solo se basta y se sobra, pero necesita muchísimo cariño. Fran en realidad no quiere ser el centro de atención por ser fuerte y temido, lo único que quiere es que lo miren como a un adolescente normal. Fran quiere sentirse apreciado.

Y nosotros, que queremos hacer cosas maravillosas, cambiar el mundo, pasar las guerras, instalar la paz... ¿Por qué no empezamos por algo más sencillo, como ayudar a una persona a sentirse querido? Y, lo más importante, a aprender a quererse tal y como es. ¿Por qué no mostrarle lo lindo que es?

Nadie es perfecto, así que, ¿por qué no dejamos de decir "la belleza está en el interior", y nos aplicamos el cuento de una vez?"
Mª Gracia Pérez García

2º RELATO

Mi amiga es anoréxica

Verónica, mi amiga, es anoréxica. Hoy está en la UCI del hospital. La familia y sus amigos estamos muy tristes y preocupados por ella.

Verónica es una chica muy guapa, simpática, buena estudiante y sobre todo buena amiga. Nos conocemos desde pequeñas de nuestro barrio, jugábamos a las muñecas, a maquillarnos con las pinturas de mi madre; éramos muy presumidas, ella más que yo. Eran tiempos muy buenos y felices.

Poco a poco la vida pasaba, nosotras dejamos atrás la infancia, habíamos pasado a ser unas adolescentes, cada una con nuestros gustos, con nuestras manías, pero siempre las dos juntas y buenas amigas.

Empezábamos a tontear con los niños, cada una teníamos nuestro preferido. Según ella, un día encontró su príncipe azul, aunque yo la verdad no la creía. Él se llamaba Jorge y a mí no me gustaba para ella, porque lo veía un chico un poco prepotente y creído.

Verónica se fue despegando de mí, ya no era la misma. Jorge la influenciaba mucho y la absorbía totalmente. Yo quería estar más tiempo con ella como siempre, pero ella su tiempo libre lo empleaba con él. Eso a mí me dolía pero en el fondo lo entendía. Al fin y al cabo él era su “novio”.

El tiempo pasó, y al poco tiempo nos llegó la noticia de que Jorge estaba engañando a Verónica con otra chica. Esa chica tenía el tipo de 10 de la clase. Todos los niños deseaban de estar con ella. Era alta, guapa y delgada.

Verónica comprendió que, como yo tantas veces le advertí, Jorge, no era de fiar, pero a su vez sentía unas ganas tremendas de gustarle de nuevo y de continuar con él. Sentía mucha envidia de la nueva novia de Jorge e intentaba equipararse con ella en lo máximo posible.

Verónica lo pasó muy mal. Yo estuve a su lado como siempre ayudándola a que no añorara tanto a Jorge y a que intentara comprender que él no merecía la pena.

Verónica con el tiempo se repuso, al menos era lo que yo creía, pero cada vez la veía más apagada, más delgada, más cansada en clase.

Me puse en contacto con su madre. Le pregunté si tenía algún problema en su casa con la familia; su madre me contó que ella también la había notado muy distante con ella y con constantes malas contestaciones y broncas. Además de eso había notado que comía menos y que, como yo le comenté, su aspecto físico era diferente al de siempre, pero que no se debía a problemas familiares.

Cuando su madre me lo contó decidí hablar con ella. Me puse muy nerviosa porque no sabía cómo iba a reaccionar, pero tomé aire y le pregunté:

-¿Verónica, que te ocurre? Soy tu amiga. Así que confía en mí y te ayudaré en todo lo que pueda.

-¡Es que acaso no lo notas! Me contestó furiosa. Estoy gorda.

Yo me quedé sorprendida, porque yo no compartía esa opinión. Así que le contesté:

- ¡Tú que vas a estar gorda! No seas tonta. Si estás muy guapa

- Si, Cristina, me miro al espejo y me veo supergorda.

Yo intente por todos los medios que me escuchara, pero fue imposible.

Verónica estaba cada vez más delgada y con menos fuerzas. Había perdido en los dos últimos meses casi 20 kilos. Su familia no sabía ya qué hacer. Su pelo era cada vez más fino y se le caía. Incluso se desmayaba al hacer gimnasia en el instituto. La situación empeoraba cada vez más. Se le diagnosticó anorexia.

Verónica había sido ingresada varias veces, los médicos le hacían entender que el hecho de que no comiera le podía perjudicar gravemente su salud, que poco a poco, si no comía, se iría debilitando y la tendrían que entubar para alimentarla, a fin de poder salvarle la vida.

La anorexia es una enfermedad muy peligrosa que se da mayoritariamente en la adolescencia. Se trata de un trastorno nervioso de la alimentación debido a diversas causas. La de Verónica era debida a que quería tener un cuerpo 10. Como el de la novia actual de su ex novio. En la televisión se presentan mujeres con ese tipo.

Eso trae como consecuencia que muchas personas que tienen dos o tres kilos de más contraigan esta enfermedad porque se obsesionan con su aspecto físico. No piensan en el valor interior de cada persona, que es lo que de verdad importa.

Mi amiga Verónica, como ya os he dicho, es anoréxica. Hoy sigue en la UCI del hospital. La familia y sus amigos estamos muy tristes y preocupados por ella.

Cristina Alvarado Quirós


3º RELATO

Mi amiga es anoréxica

Era la tarde del 8 Julio. Adriana, una niña de unos 16 años muy coqueta, iba de compras con su madre (Leticia). Quería comprarse unos simples vaqueros. Entró en una tienda (Berska) y le gustó un pantalón. Su madre accedió a comprárselos.

Adriana llegó a casa y corriendo se fue para su habitación, una habitación amplia para ella sola ya que era hija única, se plantó delante del espejo y se probó aquellos pantalones. A medida que el pantalón subía por sus piernas Adriana iba notando cierta dificultad para ponérselos.Ella volvió a mirar la etiqueta de aquel pantalón. Era la 38. Esa era su talla. ¡Cóomo podía ser aquello!. Adriana lo intentaba y lo intentaba, pero no había forma. Se dio por vencida y dejó aquel pantalón tirado en su cama.

Llegó la hora de la cena. Su madre había hecho una riquísima tortilla. Adriana fue a cenar muy desanimada y no probo bocado.

- Adriana ¿Por qué no comes? Dijo su madre preocupada.

- No tengo ganas mama -contestó Adriana.

- Hija, tienes que comer.

Adriana subió a su cuarto y empezó a leer una revista. En ella aparecían las jovencitas esqueléticas que para cualquier niña de esta edad son personas dignas de ser admiradas. Ella miraba aquellos cuerpos y miraba
el suyo. Se estaba obsesionando y sin que nadie lo advirtiera se estaba metiendo en un gran problema.

Pasaron días, semanas y Adriana seguía sin comer nada. Se encontraba muy débil y su madre y amigos se mostraban muy preocupados.

Era un 20 de noviembre. Adriana se preparaba para ir al colegio.

- Adriana coge el abrigo. Hace mucho frío –le dijo su madre.

- Mama te dicho que no me voy a poner el abrigo. Me hace gorda.

Adriana se marchó al colegio. Su madre se quedo pensando aquella frase que le había dicho su hija. Inmediatamente llamó a su marido. Él era un hombre de negocios, viajaba mucho y no se preocupaba de su hija. Pensaba que dándole todos los caprichos, aquella niña podía ser feliz.

- ¿ Antonio eres tú?. Tengo que hablar contigo. Estoy muy preocupada por Adriana.

- Leticia déjate de tonterías. Estoy en una reunión importante. No te obsesiones. La niña está bien.

Pasaron los días y Leticia seguían con aquel temor.

Un día el teléfono sonó. Era la directora del instituto de su hija. Adriana se había desmayado. Tal vez fuera conveniente llevarla al hospital.

Leticia cogió el coche y, a pesar de la oposición de Adriana, la llevó al hospital. Allí la sometieron a diversas pruebas médicas.

Tras unas horas de espera, el médico le dijo a Leticia que su hija estaba deshidratada. Emitió un diagnóstico: anorexia. Ella se quedo pasmada. ¡Cómo podía tener anorexia su hija! El médico pensó que si ella estaba de acuerdo podía ingresar en un centro. Había tenido muchos casos de niñas como Adriana y, en este centro, se habían recuperado. Leticia aceptó.

Madre e hija hablaron sobre esta posibilidad. Adriana se negó, pero su madre la obligó.

Llegó el día que Adriana tenía que ingresar en aquel centro. Se encontraba cerca de casa y su madre la acompaño. Llegaron a aquella puerta. Madre e hija se dieron la mano y entraron en aquel lugar. La sala estaba llena de niñas esqueléticas y enfermas.

Yo estaba en aquel centro. Yo sufrí anorexia al igual que Adriana y, por aquel entonces, ya me encontraba casi recuperada.

Leticia, en el camino de vuelta a casa, volvió a llamar Antonio, y lo puso al corriente de todo. Él le prometió que volvería a casa lo antes posible.

Desde el primer momento, Adriana y yo, nos hicimos amigas inseparables. Hablábamos de todo menos de nuestro problema, hasta que un día Adriana me pregunto:

-¿Tú por qué estás aquí?

- Yo, al igual que todas las que estamos aquí, empecé a obsesionarme con las modelos sin pensar en el photoshop. También me obsesione con las tallas sin pensar que varían de una tienda a otra.

Todo esto me provocó casi la muerte sin que yo fuera consciente.

Adriana llegó a la conclusión de que todo lo que le había pasado a su nueva amiga María era justo lo que también le había sucedido a ella. En este centro había muchas sicólogas, pero para Adriana no la había mejor que su amiga. Una vez rehabilitada, María salió de aquel centro. Adriana, muy triste, pensó que su amiga no volvería jamás por allí. Pero no fue así. María, al igual que sus padres, iban a verla todos los días.

Pasaron varios meses. Completamente rehabilitada, Adriana salió de aquel centro. Desde entonces, María y ella permanecen unidas y se dedican a ayudar a otras niñas con semejante problema.

Ana Mª Rondán Estudillo

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